Olores, sabores, risas, voces, frases, miradas, gestos. Recuerdos.
Recordar, y sonreír. Por mucho daño que te haga luego hacerlo. Y no solo con los dientes, con el alma, con la piel, con los ojos, o con las comisuras. También con la nariz y las orejas. Con todo tu ser. Con todo lo que tu materia conforma.
Aunque luego se te anude la garganta, dejes de sentir tus dedos, y empieces a llorar. Aunque sientas que no tienes pulmones, que te ahogas, y grites de oquedad.
Al fin y al cabo, tarde o temprano vuelves a abrir los ojos y vuelves a pasar de todo. Como siempre. Sin que tu vida vuelva a estropearse. Nada puede estropearse tanto de nuevo...
La vida está llena de cambios. Y yo me quedo aquí, parada, mientras el mundo gira.
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