jueves, marzo 31, 2011

No te/me dejes caer.

Sonreír. Y no solo con los dientes. 
También con el alma, la piel, los ojos, las manos. 
Con todo mi ser.

Llora conmigo. Hazme sentir vida en los pulmones. 
Buceemos. Gritemos. Pasemos de todo
Y que no vuelva a estropearse.

Yo me quedo contigo. Tú, no sé.
Pero eres para mi.





martes, marzo 29, 2011

La mente me juega malas pasadas.

Está oscuro. Noto calorAlgo húmedo, suave... No puedo pensar bien... Tu corazón. No para de latir. Una y otra vez. Una y otra vez. No para. No para. Y yo no puedo parar de besarte. Una y otra vez, una y otra vez. No puedo dejar de abrazarte, de acariciarte. Suave, suave, suave, muy suave... 


Respiro y odio el oxígeno. No, no quiero salir de tu boca. Quiero vivir allí para siempre. Y lamerte, lamerte, lamerte hasta saborear cada poro de tu piel, hasta que tu olor quede atrapado en mis pulmones, hasta que pueda vivir sin aire...


Déjame sentirlo. Deja que no acabe. No quiero separarme de ti. No quiero dejar de sentirlo. Es bonito, hermoso. Realmente merece la pena. ¿Por qué lo desprecias? Si realmente merece la pena... ¿por qué lo desprecias?




lunes, marzo 28, 2011

Lágrimas. Vacío.

Esperar. Tengo que esperar a que un cobarde me mire a los ojos. Me mire como nunca antes lo ha hecho nadie, y me atraviese por dentro. Párteme en dos. Abrázame, abrázame y déjame sin respiración. Dame la mano. Hazme volar. Y llévame a tu casa, a tu mundo. Por favor, déjame conocer cada uno de tus lunares. Y luego, sírveme una taza de ardiente. Que me queme por dentro. Sácame el alma, ábreme el pecho. Te quiero, te quiero, te quiero, te quiero. Mientes. Mentir es fácil. Me conformo con darte la mano. Quizá las dos. Da igual, la cuestión es notar el contraste entre mi fría piel y tu ardiente sangre. Gritar, gritar, estallar. ¿Amor, es esto? No lo recuerdo así. Será que lo he ignorado durante demasiado tiempo...



miércoles, marzo 23, 2011

Evádeme.

Me gusta la soledad, mirar cada pequeño detalle, cada pequeña persona, y caminar, sobre todo caminar... Cuando tengo que hacer tiempo mientras supuestamente estoy en la universidad es cuando más disfruto de estas cuatro cosas.

Me gusta evadirme en las calles de esta puta ciudad, no sé, me inunda hasta tal punto, que dejo de ser yo por momentos... A veces es como si nublara mi mente y me hiciera olvidar.




lunes, marzo 21, 2011

Nothing more, nothing less.

Yo me fijo en los pequeños detalles.
Tú sin embargo, los ignoras y solo te basas en momentos.
... Vivimos en mundos distintos.


viernes, marzo 18, 2011

Así era él, anónimo, sin nombre ...



Él encogió los hombros, movió ligeramente la cabeza y luego me miró con una avidez tan intensa, que juro que estuve a punto de gritar. Era tan cruda y tan absolutamente falta de artificio como el reflejo de mi propio corazón. Dejé veinticinco dólares en la mesa y le seguí a la calle.

En medio del frío, me cogió la cara entre las manos y me besó suavemente, rozando apenas sus labios con los míos. Me encendí por dentro como si me hubiera empapado de gasolina y me hubiera prendido fuego. Me sentía como una adolescente, aquel deseo sexual era tan nuevo para mí como yo lo era para él. Consiguió parar un taxi sin despegarse de mi cara, caímos en la parte de atrás y nos manoseamos como chavales en un baile de graduación.

Frente a nuestro edificio, me beso la nuca mientras yo intentaba abrir la puerta de la calle. Me empujó dentro y me apretó contra la pared. Estaba hambriento, pero era tierno, me besaba casi con reverencia. No cerró los ojos y no los apartó de los míos; yo no quería dejar de mirarle, no podía. No sé cómo subimos los tres tramos de escaleras hasta mi piso, pero lo hicimos.

En la cama, me puse a horcajadas sobre él y le desabroché la camisa. Tenía el pecho y los hombros cubiertos con el tatuaje de un dragón volador con alas totalmente desplegadas, la boca abierta llena de dientes afilados y una serpenteante lengua bífida. Era una obra de arte, dibujada hasta el más mínimo detalle. El dragón estaba furioso, pero era fuerte y bueno, sabio y justo. Debajo se distinguían unas cicatrices, un bulto de varios centímetros en su costado y lo que parecía ser una herida de bala en el hombro. Se quedó quieto mientras le miraba y le pasaba los dedos por el dibujo del tatuaje, sobre las marcas. Me acercó la mano a la cara y la pasó suavemente por mi mejilla, por la línea de la mandíbula. No sé lo que vería en mi cara. Yo me incliné para besarle. Tenía miedo, no de él, sino del potente estallido de fuego y deseo, del caos que parecía reventar los límites de mi vida, antes tan ordenada. Me desabroché la blusa y la dejé caer sobre mis hombros.

Desde el vestíbulo la luz entró en el dormitorio para lamer los valles que formaba su cuerpo. Su clavícula era una cumbre pronunciada que yo rocé con mis labios. Su cuerpo, igual que el tatuaje, era el resultado de muchos esfuerzos y mucha dedicación. Cada músculo estaba trabajado, perfectamente definido, como una dura roca bajo la seda de su piel. Se estremecía con el roce de mis labios. Sentí que se excitaba, y aquella certeza me atravesó las venas como un calambre.

La penumbra sólo permitía ver la mitad de su cara. Seguía con los ojos abiertos y mirándome cuando le empujé de nuevo sobre la cama. Tenía una mandíbula cuadrada y recia, y sus labios no sonreían. A alguien que no supiera interpretar las caras, le habría parecido frío, incluso enfadado; pero yo sabía que había que buscar la verdad en la punta de sus labios y en el rabillo de sus ojos. Allí seguía de nuevo aquella tristeza que yo aún seguía detectando, aquel deseo poderoso que mi cuerpo captaba, y quizá lo que más me conmovía; la vulnerabilidad de alguien que no dejaba que la gente se acercara, que no estaba seguro de poder soportar el placer o el dolor que aquello comportaba.

Me dejó explorar su cuerpo con la boca y con las yemas de los dedos. Yo quería pasear por el paisaje de su físico, andar por aquel sendero sinuoso. Una parte de mí tenía prisa por devorarle completamente, pero sobre todo deseaba que mi lengua probara todos sus sabores. Él fue paciente, pero cuando la desesperación de sus sordos gemidos aumentó, supe que su contención no duraría mucho. En cuanto mis dedos tocaron los botones de sus vaqueros, se puso encima mía. Era tan rápido y tan fuerte que me vi rodeada por sus brazos y le aguanté la mirada, antes de sentir su sacudida. 

Al recordar que me había seguido hasta la cafetería, me sentí entre abrumada y desconcertada durante un segundo. Un poco asustada, con una mezcla de alarma y regocijo.

- Me estás torturandomurmuró.

Entonces sonreí y le rodee con mis brazosMe perdí en el mar de su carne, flotaba en el interior de sus ojos, sentía cómo sus manos fuertes recorrían mi cuerpo. Se estaba alimentando de mí, y yo dejé que tomara cada milímetro, que me devorara. Nunca me había rendido de esa forma en cada instante. Las pesadillas que recientemente habían invadido mi vida fueron desapareciendo, y no hubo nada más allá de nuestra piel ...



lunes, marzo 14, 2011

Le importaba poco lo que pensaran de ella.



Siempre llevaba una mini botella de plata grabada con Jack Daniel's dentro, tenía tendencias alcohólicas en momentos de depresión... Dicen, que ahogaba sus penas con un poco de María en sus pulmones. Y que cuando sentía que su cerebro no podía más, se ponía los cascos, ponía música a todo volumen, y empezaba a bailar. En cualquier bareto, en cualquier ciudad, en cualquier lugar.

jueves, marzo 10, 2011

Le mordía las orejas...

( Quiéreme, quiéreme, quiéreme, quiéreme... )

Se podía tirar horas susurrándole al oído que la amara como nunca antes lo habían hecho. Que la abrazara. Y que la estrujara para sentir sus huesos, su piel, su tacto, su música... Para sentirle a él.

Había llegado. Había conseguido lo que muy pocos habían conseguido antes...
La había impregnado con su esencia, y había traspasado el muro consiguiendo llegar hasta su frío corazón

Ya no tenía escapatoria.



martes, marzo 08, 2011

Ella, yo.


Una sudadera color cereza, camiseta negra, unas All Star gastadas, unos pantalones rotos, el pelo largo enredado, unos ojos negros como el carbón, y la mirada perdida... 

Ésta es la historia de la chica del autobús

Se sentaba en contra del movimiento, nunca miraba a nadie, no se detenía en los pequeños detalles y odiaba las grandes sorpresas... Estaba tan rota, que sus ojos intentaban perderse por los cristales. Intentaba encontrar algo en lo que fijar su atención para que no le devorara la conciencia. Pero tan solo se perdía en la nada, y es que nada era todo lo que le importaba... O eso quería creer.

Siempre iba con prisas. Apretaba tantas veces el botón de bajada que parecía que suplicara con el corazón en la mano. Sus ojos humedecidos querían huir para así empezar de nuevo. Y es que, ¿quién no a querido que eso ocurra alguna vez? ... 



Supongo que en el fondo la entiendo.

domingo, marzo 06, 2011

Joder, tengo que decirte algo.

Tengo tantas ganas que juro que cualquier día reviento. Daría todo mi poco dinero para no caer en la tentación de decirte lo que siento. Pero es que pasan los días, te necesito, y me arrepiento...

Joder, me salen hasta rimas. Vaya mierda, eh!? 
Pero vamos, venga, dame una señal. Dime que me quieres, que me amas, que te gusto, que me odias. Algo, por favor, dime algo. Dime que quieres secuestrarme, que quieres combatir mi claustrofobia después de tanto tiempo encerrada en estas cuatro paredes.

Podría cagarme en dios siendo atea, podría joder a cada víbora que entra en tu vida creando en mí dudas inexistentes, irreparables, irrebatibles momentos en mi cerebro, porque vaya puta mierda de cerebro. Como cada uno de mis argumentos... 

Entro, no entro, hablo, no hablo… hablar o no hablar esa es la cuestión. Tan poco heroísmo que me convierten en unas pocas palabras, en unas hojas viejas, amarillas de esperar a que un cobarde diga; Hola. Y en mi intento… por favor, adéntrate en mi entrepierna como sólo tú sabes hacerlo en mis alucinaciones. 
Me gustas, me gustas, me gustas, me gustas y no aguanto más.


La realidad es que sin ti, mi alma vuela.

Cada noche, salía al balcón a fumar. Allí fuera hacía tanto frío que podía tirarme horas y horas dejando que el viento helara mis pensamientos; Era mi técnica favorita para evadirme del análisis ajeno que tendía a lapidarme muy a menudo. Luego, cuando volvía a entrar al salón, cogía mi cámara, las llaves, y daba una vuelta. La playa era mi sitio favorito, podría tumbarme mirando la luna durante meses, pero que no amaneciera nunca. Entonces, me dedicaba a hacerle fotos a las constelaciones... 
Después, volvía a casa y me dirigía hacia él. Siempre le daba un beso en la frente, y él se levantaba a traerme un tazón de cereales. Se sentaba detrás mío, para que me pusiera encima, y así observar más detalladamente los lunares de mi espalda. No sabía nunca qué hacía cuando me iba, tampoco preguntaba. Pero supongo, que le gustaba el misterio que sostienen mis pasos. 

viernes, marzo 04, 2011

¡Que odio al mi de ayer!

De todas las posibilidades siempre me he decantado por él, no sé, será por el misterio que sostienen sus pasos. ¿Hacia dónde va? ¿Hacia dónde se dirige cuando no le veo? ... Maldigo a la jodida trastornada que siempre lo persigue, que lo enreda en la punta de su lengua llena de espinas y veneno. 
El calentón de una noche y otra, entre el sudor de sus entrañas y sus ojos de avispa puteándome la existencia, me llenan de vida. Creo que estoy en el límite del Olimpo, donde estamos los dueños del mundo, y su jodida boca de piñón.



Reventadme la cabeza con esta canción de fondo, por favor. 
Creo que sería el método más eficaz para acabar mis rayamientos mentales.


jueves, marzo 03, 2011

Dependencia.

A veces creo que eres como la nicotina que permanece dentro de un cigarro. Siempre haces que tenga unos deseos irrefrenables de probarte, de no prestar atención a lo que me diga la gente y cada vez que te pruebo, siento que quiero más, cada vez más. Pero como todo, no eres perfecto, poco a poco te vas consumiendo hasta que desapareces, dejas tu huella en mi y me destrozas por dentro ...


martes, marzo 01, 2011

Re-Cuerdos.

De nuevo, he vuelto a llorar. Una lágrima fina recorre mi cara en estos momentos. Noto como va surcando cada poro de mi piel. Como deja un reflejo cristalino en mis retinas y va cayendo por mis pómulos hasta rozar mis labios. Me hace notar su sabor, salado, como el mar. Ese que me llama por las noches en verano. El que me tranquiliza cuando no hay nadie más. El que me llena de soledad. El que me anula y me roba la identidad.


El agua de la orilla a veces se lleva los malos recuerdos, pero le gusta volver para traerlos de vuelta. Y siempre vuelve con esos que me hacen gritar. Estallar. Como si de fuegos artificiales se tratase. Pero su agua fría me renueva por dentro, me recuerda que aún sigo viva. Me da esperanzas de un futuro mejor...


Skins.


Piel de gallina. Ganas de gritar. Frío en el estómago
Chispas en mi cerebro. Presión en mis arterias
Cortocircuitos en mis pupilas. Sabor amargo en mis dedos. 
Y contacto áspero en mi lengua.