Tengo tantas ganas que juro que cualquier día reviento. Daría todo mi poco dinero para no caer en la tentación de decirte lo que siento. Pero es que pasan los días, te necesito, y me arrepiento...
Joder, me salen hasta rimas. Vaya mierda, eh!?
Pero vamos, venga, dame una señal. Dime que me quieres, que me amas, que te gusto, que me odias. Algo, por favor, dime algo. Dime que quieres secuestrarme, que quieres combatir mi claustrofobia después de tanto tiempo encerrada en estas cuatro paredes.
Podría cagarme en dios siendo atea, podría joder a cada víbora que entra en tu vida creando en mí dudas inexistentes, irreparables, irrebatibles momentos en mi cerebro, porque vaya puta mierda de cerebro. Como cada uno de mis argumentos...
Entro, no entro, hablo, no hablo… hablar o no hablar esa es la cuestión. Tan poco heroísmo que me convierten en unas pocas palabras, en unas hojas viejas, amarillas de esperar a que un cobarde diga; Hola. Y en mi intento… por favor, adéntrate en mi entrepierna como sólo tú sabes hacerlo en mis alucinaciones.
Me gustas, me gustas, me gustas, me gustas y no aguanto más.