Y entonces pasó, el capullo que tenía la valentía de mirarme a la cara como si nada metió la pezuña hasta el fondo. Como si realmente no pasara nada, como si lo que dijera no tuviese importancia. Le tiré una piedra, se lo merecía. Bueno, realmente fueron dos, pero esos detalles no tienen importancia.
Ahora se atreve a preguntarme qué cojones me pasa, y por si fuera poco, cada vez que se lo voy a contar me cambia de tema. JODER, para eso no preguntes que pareces gilipollas.
Pides que te diga una verdad, que ... ¿despierte? Ya lo hice hace tiempo. Demasiado ya. No me hace falta hacerlo con alguien como tú, o al menos estos días pienso eso. Eso es todo. Cada día que pasa veo que tenemos menos afinidad.
¿Sabes qué son las señales? son esas que te voy dejando para no herirte con mis palabras, como habitualmente hago... Pero viendo que no las captas, sí, me está empezando a gustar otro. Y no, no tengo ni cuerpo ni ganas de querer a dos personas, alguno tendrá que irse. Pienso.
Esa es la verdad de mis hazañas.
Y en fin, estoy demasiado extresada con mi mente últimamente. No puedo aportar más de lo que aporto ya. Así que por Dios, no me toques la moral. Por favor.
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