jueves, marzo 10, 2011

Le mordía las orejas...

( Quiéreme, quiéreme, quiéreme, quiéreme... )

Se podía tirar horas susurrándole al oído que la amara como nunca antes lo habían hecho. Que la abrazara. Y que la estrujara para sentir sus huesos, su piel, su tacto, su música... Para sentirle a él.

Había llegado. Había conseguido lo que muy pocos habían conseguido antes...
La había impregnado con su esencia, y había traspasado el muro consiguiendo llegar hasta su frío corazón

Ya no tenía escapatoria.



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